Hace ya tres meses que 70 empresas del Reino Unido prueban
la semana laboral de cuatro días como parte de un estudio realizado para
analizar la idoneidad de este esquema, tanto para la productividad de los
empleados como del negocio.
Los resultados preliminares del análisis realizado por la organización 4 Day Week Global en conjunto con la Universidad de Oxford, el Boston College, la Universidad de Cambridge y el grupo de expertos Autonomy revelan que aplicar este método en empresas puede ser mejor para todas las partes.
El Gobierno portugués avanza para implantarla primero en el sector privado, y más tarde en el público.
El proyecto, presentado tanto a la patronal como a los sindicatos prevé una prueba piloto durante medio año. Sus fundamentos son sencillos: trabajar menos y mejor sin reducción de los salarios ni compensación económica alguna aunque con el apoyo técnico del Estado.
Islandia también es otro claro ejemplo del éxito, en dónde el 1% de la población pasó de trabajar 40 horas a 35 horas semanales, cuatro días a la semana. Los casos de agotamiento, y las bajas por enfermedad cayeron en picado, y la productividad aumentó en algunas empresas.
Según los datos de Eurostat son cinco los países de la Unión Europea (UE) en los que la semana laboral no puede superar una media de 40 horas semanales (Lituania, Finlandia, Dinamarca, Países Bajos y Francia).
En Bélgica no se ha reducido la jornada aunque se pueden trabajar cuatro, o cinco días.
Y en el caso de España, algunos tímidos intentos en el sector privado
como en la multinacional Telefónica, han quedado en saco roto. Los sindicatos
han rechazado la propuesta porque implicaba una reducción del salario.
La tecnológica comenzó a aplicar los 4 días semanales a todos los 150 trabajadores de la empresa, que se distribuyen entre Argentina, España y Uruguay. Hace un mes fue calificada como Great Place to Work y cuenta con paridad en su plantilla.
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"El negocio mejoró en su capacidad productiva", destacó Judith Irusta, Chief People Officer de Quales. |
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Según afirman, mantuvieron un 100% de productividad, redujeron el ausentismo eventual e incluso notaron que los trabajadores organizaron sus turnos médicos u otros asuntos personales en ese tiempo extra, lo que redujo las ausencias en el resto de los días.
La implementación de la semana reducida no es obligatoria.
Pero, aclaran, nadie la rechazó.